Oh Dios Eterno y Todopoderoso, Padre de las misericordias,
de quien es propio el compadecerse y perdonar; postrados ante vuestra
presencia, humildemente os rogamos por las almas de los fieles difuntos. Os
pedimos desde lo más íntimo de nuestro corazón, que no las olvidéis para
siempre, sino que os dignéis mandar a vuestros ángeles para que las reciban y
lleven a la patria del Paraíso; y pues esperaron y creyeron en Vos, haced que
no padezcan las penas del Purgatorio, sino que lleguen a poseer los goces
eternos de la gloria.
Oh Dios, por cuya misericordia descansan las almas de los
fieles; concede propicio el perdón de los pecados a tus siervos y siervas; para
que libres de toda culpa, se regocijen contigo eternamente. Por el mismo Señor
Nuestro Jesucristo, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo
Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.