¡Oh dulcísimo Jesús! Vos sois nuestra única esperanza y por
eso acudimos a Vos y os decimos llenos de confianza en vuestra bondad;
acordaos, que cuando cargado con la
Cruz, subíais penosamente la cuesta del Calvario, dejando
señaladas con sangre las huellas de vuestros pasos, pensabais en la salvación
de nuestras almas, y entre ellas la de vuestro siervo……….; recordad Señor, que
al dejaros enclavar en el infame madero, os ofrecisteis víctima pura y generosa
para obtenernos la gracia del perdón. Usad entonces, Oh buen Jesús de piedad y
misericordia para con él. Os lo pedimos por vuestras divinas llagas y los
dolores de vuestra afligida Madre, a fin de qué cuanto antes lo recibáis en
vuestro seno, y allí goce de la
Paz en compañía de los bienaventurados por toda la eternidad.
Así sea.
Padre Nuestro y Ave María
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