Virgen Madre de Dios, que, al mecer a tu Niño Divino entre
los brazos, hiciste más sublime la misión de las madres en la tierra; postrados
a tus pies, te pedimos por la que fue madre tantas veces y se inclinó amorosa
sobre tantas cunas, la que fundó su hogar con lazos de santo e inquebrantable
afecto y extendió por doquiera la bondad de su espíritu haciendo que todos la
bendijeran y la amaran. Recíbela Señora, bajo tu manto celestial y colócala
junto a Ti, para que, desde aquella paz inefable de los cielos, derrame su
bendición sobre los que aquí la lloramos y guardamos con amor y respeto su
recuerdo.
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