sábado, 4 de febrero de 2012

Padrenuestro de los difuntos


¡Padre Nuestro que estás en los cielos! Te ruego perdones a las pobres ánimas del Purgatorio el no haberte amado y tributado el homenaje debido. Tú eres su Padre adorable y bondadosísimo. Tú las adoptaste por hijas. Tú derseabas morar en ellas para siempre; pero ellas durante algún tiempo de su vida terrestre se alejaron de Tí.
En expiación de su culpa te ofrezco aquel amor y aquella honra que te ha dado tu Hijo muy amado durante su vida mortal, y aquella satisfacción superabundante, con que ha pagado todas sus deudas.

¡Santificado sea el Tu nombre! Te ruego, oh Padre clementísimo, perdones a las almas de los difuntos, que no veneraron dignamente tu santísimo nombre, acordándose tan pocas veces de él con devoción; que lo han pronunciado tantas veces en vano, haciéndose por su vida pecaminosa, indignos del nombre de cristianos.
En expiación de estos pecados te ofrezco la santidad perfectísima de tu Hijo, con que ha honrado tu nombre benditísimo por su predicación, y sus obras.

¡Venga a nos el tu reino! Te ruego, oh bondadosísimo Padre, perdones a las almas de los difuntos, que no desearon ni buscaron con afán a Ti y a tu Reino, en el cual se halla la verdadera paz y la gloria eterna.
Por esta negligencia y pereza en el bien te ofrezco el deseo vehemente y santísimo de tu Hijo, de haverlos para siempre coherederos de su gloria.

¡Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo! Te ruego, Padre bondadosísimo, perdones a las almas de los difuntos, el no haber amado siempre tu voluntad santísima, viviendo y obrando con frecuencia segúnsu voluntad propia.
En expiación de su desobediencia, te ofrezco la unión del Corazón dulcísimo de tu Hijo, con tu voluntad, como también la prontitud y perfección de su obediencia hasta la muerte de Cruz.

¡El pan nuestro de cada día dánosle hoy! Te ruego, oh Padre bondadosísimo, perdones a las almas de los difuntos, por haberse acercado con tan poco amor y devoción y tan raras veces a la Sagrada Mesa.
Por estos sus pecados te ofrezco la santidad y devoción de tu Hijo, como asimismo su amor ardiente y sui inefable deseo con que nos ha dado este precioso tesoro.

¡Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores! Te ruego, oh Padre bondadosísimo, perdones a las almas de los difuntos todo lo que han faltado en cuanto a los pecados capitales, en particular, por no haber amado a sus enemigos; por nmo haber querido perdonar a los que les habían ofendido.
Por estos pecados te ofrezco la ferviente plegaria, que hizo tu Hijo en la Cruz por sus enemigos.

¡No nos dejes caer en la tentación! Te ruego, oh Padre bondadosísimo, perdones a las almas de los difuntos que, sin hacerse violencia, han seguido el impulso de sus malas inclinaciones.
Por estos sus múltiples pecados te ofrezco la victoria gloriosa de tu Hijo por la que venció al mundo y al demonio. Te ofrezco también su santísima vida con todas las fatigas, trabajos, cansancios y su muerte amarguísima en la cruz.

Líbranos a nosotros y todas ellas de todo mal y de todos los castigos, por los méritos de tu muy amado Hijo, y condúcenos a todos al Reino de tu gloria, que eres Tú mismo.

Amén

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